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Una aproximación geopolítica a la crisis económica del sistema occidental

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No son pocos los análisis que se han hecho en relación con el curso de la crisis en marcha, generalmente desde una óptica económica; en este contexto los estudios han tenido por objeto analizar el impacto de la crisis sobre la economía global y los aparatos industriales planetarios.
Los resultados de estos estudios contribuyen a encontrar soluciones a cómo atravesar la crisis sin pérdida de poder por parte del sistema que encabeza Estados Unidos. Pero, como parece emerger una nueva realidad multipolar tras el momento de la unipolaridad estadounidense, es necesario pensar acerca de las relaciones entre los diferentes intereses geopolíticos de los jugadores y la crisis mundial.
Tomar en cuenta las diferentes estrategias geopolíticas de los actores principales (EEUU, UE, Rusia, China, India), sus peculiares identidades culturales y ambiciones serán una ayuda para mejor definir las aproximaciones necesarias para reconstituir –o construir– la estabilidad social y encontrar nuevas formas de cooperación internacional en el marco de esta crisis.


(Intervención en el World Public Forum – Dialogue of Civilizations, Reconstruyendo el modelo europeo de desarrollo social, Praga, República Checa, 13 al 15 de mayo de 2009).
Versión en castellano de Rivera Westerberg para SurySur.


¿Crisis global o crisis del sistema occidental?

Generalmente nos referimos al presente terremoto financiero –pero también económico e industrial– como a una “crisis global”; esta expresión es verdadera sólo parcialmente y en un determinado contexto. Pero, si la analizamos desde un punto de vista geopolítico, vemos que el desastre financiero es, en primer lugar, una crisis interna del sistema occidental que genera consecuencias en otras áreas geopolíticas.
Para mejor exponer este concepto debemos describir brevemente qué entendemos por sistema occidental y sistema global, y analizar el rol del llamado proceso de globalización en el marco geopolítico.

Definiciones

1. Sistema occidental (SO).
Desde la geopolítica es posible afirmar que el SO está confomado básicamente por EEUU, la UE y Japón –además de Canadá, Australia, Nueva Zelanda–. El rol central de esa extensa área corre a cargo de EEUU y su histórica socia especial: Gran Bretaña. La Unión Europea y Japón (respectivamente los límites oeste y este del continente euroasiático) son la periferia de la zona con una importante función geoestratégica respecto de la masa continental eurasiática.
De hecho, desde el final de la Segunda Guerra Munfial y en el marco de la doctrina geopolítica estadounidense, los países que hoy conforman la UE y Japón constituyen dos cabezas de puente simétricas con la función de controla Rusia y China, los pulmones de Eurasia. En rigor, por razones históricas, geográficas y culturales, naturalmente las posiciones geopolíticas de Europa y Japón debieran ser euroasiáticas, no atlánticas.
El control de la masa continental euroasiática –que significa la hegemonía en el Hemisferio Norte de EEUU– ha condicionado tanto la política exterior de Wáshington como el desarrollo de su complejo militar-industrial, en particular en los últimos años.
De acuerdo con Henry Kissinger, EEUU es una isla fuera de Eurasia. El ex consejero de Seguridad nacional y secretario de Estado del presidente Nixon estima que un poder que unifique las dos esferas euroasiáticas –Europa y Asia– constituiría un peligro estratégico para Estados Unidos. Un peligro, señala Kissinger, que debe ser combatido incluso en el caso de que no tenga intenciones agresivas porque, de adquirirlas en el futuro, Wáshington no podría determinar ni influir en su desarrollo porque el poderío de EEUU ha decrecido (Henry Kissinger,
El arte de la diplomacia (L’arte della diplomazia, Sperling & Kupfer Editori, Milán 2006, pp. 634-635).

2. Sitema Global (SG).
Dentro del marco geopolítico actual, esta expresión –originada en el léxico de las tecnologías de la información y comunicación) describe la voluntad programática del sistema occidental de dominar el planeta, principalmente sobre bases financieras, económicas y tecnológicas. El SG ha de considerarse un proyecto, una meta que alcanzar por medio de las herramientas y procesos de competitividad económica y financiera.
La clave de la estrategia que apunta a la creación del sistema global es la interdependencia económica entre los Estados a escala mundial. El intento –a nivel financiero– refleja la intencionalidad política de los grandes grupos de las finanzas.

3. Globalización.
Suscribimos la definición del economista francés Jacques Sapir:
“la así llamada Globalización es en realidad la combinación de sus procesos; el primero, la expansión mundial del capitalismo en su forma industrial en áreas todavía no alcanzadas. El segundo, que en su más amplio sentido es la implementación de la política estadounidense, corresponde a obtener la apertura voluntaria de las fronteras comerciales y financieras” (Jacques Sapir, Le nouveau XXI siécle, Paris, 2008, p. 63-64).
En otras palabras: el rol del proceso de globalización fue la estrategia estadounidense para la dominación mundial durante su “momento unipolar”.

La crisis occidental y el nuevo sistema multipolar

No es un misterio que la denominada crisis global financiera es, en verdad, un racimo de diferentes crisis que, iniciadas en EEUU se han expandido sobre todo el planeta, afectando a las economías nacionales y, por tanto, como impacto en la estabilidad social de cada una de ellas.
Desde una perspectiva geopolítica se observa que la crisis –iniciada en el centro geopolítico del SO– se propagó primero en su periferia, paìses de la UE y Japón, y en una segunda fase irradió al hemisferio oriental. La velocidad y la intensidad de esta propagación está condicionada en las diferencias estructurales de los países amenazados.
Además se aprecia que esta cisis global (occidental) tiene lugar:
– mientras se produce el cambio geopolítico de un sistema unipolar a otro multipolar, que parece sentar sus bases en Eurasia y América del Sur (respectivamente en los hemisferios nor-oriental y sur-occidental del globo);
– en un marco económico espacífico, en el que nuevos protagonistas económicos, financieros e industriales asoman en Asia (China e India);
– durante la reafirmación de Rusia como actor principal en el planeta y, sobre todo, como pivote de una Eurasia potencial.
Ante un cuadro semejante, la cisis la crisis podría no sólo acelerar la transición de un mundo unipolar a un sistema multipolar, sino incluso consolidarla. En realidad los países europeos deberían entender que sus intereses fundamentales y específicos –combustibles, seguridad, desarrollo cultural– poseen dimensión continental y están indisolublemente conectados con los de Rusia y Asia.
En el contexto de un continente euroasiático integrado, Europa encontraría su ubicación geopolítca natural cooperando con el resto de los países del área sobre los principìos de paridad; la península europea podría constituir una suerte de enlace entre Asia y África y jugar el rol de puerto eurásico sobre el Atlántico.
La consolidación de la multipolaridad requiere un cambio en los países europeos: del rol de periferia pasiva del SO a uno activo en la potencial emergencia de la integración euroasiática. El cambio de postura geopolítica europea es una condición esencial para superar la crisis en curso y, coherentemente con su cultura de principios no individualistas, construir la estabilidad social.
Señales análogas parecen asomar en Japón; Tokio se interesa cada vez más en incrementar relaciones políticas y económicas con Beijing y Nueva Delhi y, sobre todo, por jugar un rol activo asociado a estas dos países asiáticos en la frontera oriental de la masa terrestre euroasiática.

Tensiones al interior del SO respecto del “cómo superar la crisis”

En referencia a las soluciones que apuntan a la superación de la crisis, observamos que se levantan algunas fuertes tensiones en Occidente. La crisis, en otras palabras, parece develar hondas diferencias entre Europa y EEUU en relación a sus actitudes sobre materias económicas y de protección social.
Paris y Berlín –aun cuando Sarkozy y Merkel son de hecho expresión de la neo atlanticista-europea oligarquía– tienen que considerar que, estructuralmente, la denominada dinámica neo-liberal de la economías europeas (con excepción de Gran Bretaña) se levantan sobre la contradicción de políticas neo-liberales y prácticas inspiradas en los principios de solidaridad.
Comportamiento y prácticas solidarias que todavía en la hora presente tienen vigencia en la Europa continental y mediterránea, a despecho de las periódicas y masivas oleadas de ultraliberalismo ocurridas a lo largo de las últimas dos décadas y las advertencias –más frecuentemente órdenes– emanadas de algunas organizaciones económicas internacionales, entre las que se cuentan el Banco mundial, el FMI, la Organización mundial del comercio y agencias privadas calificadoras de créditos.
La actitud solidaria de los países europeos se articula en el seno de diferentes instituciones sociales; entre ellas pueden mencionarse –incluso si alguna ha sido privatizada en los últimos años– aquellas cuya tarea se vincula con la seguridad social: vr.gr.: desempleo y salud; el financiamiento de empresas estratégicas y particularmente la SME, de apoyo a la pequeña y mediana empresa –que constituye el tejido económico de la UE.
Si tomamos en cuenta lo que se ha descrito precedentemente se entenderá con mayor amplitud la discrepancia entre EEUU y la UE en los encuentros multilaterales convocados para resolver la “crisis global”. De cualquier modo, incluso si las diferencias marcadas en esas reuniones (más regulaciones pedidas por la UE, más libre mercado pedido por EEUU) no significan un rompimiento entre ambas partes, sí marcan un problema serio en el “hogar occidental”.
La administración del sistema occidental, la oligarquía atlanticista, debe enfrentar el hecho de que sus periferias –la UE y Japón– no son tan confiables como en el pasado, pese a los muchos tratados militares y económicos, la profunda interdependencia económica y la presencia de tropas estadounidenses (OTAN) acantonadas en el Mediterráneo y suelo europeo. Europa podría sacudirse el control de EEUU si la estrategia económica de aquel intenta descargar su deuda sobre los hombros de los ciudadanos europeos.
Regresar a una economía bajo control estatal y las denominadas medidas proteccionistas implementadas por EEUU y algunos países europeos, lejos de ser soluciones políticas reales, parecen más escapes egoístas y oportunistas de las oligarquías al mando. En otros términos: esta suerte de escamoteos que significan involucrar al Estado en los campos financiero y económico apuntan claramente a la voluntad de usar al Estado para pagar las deudas causadas por la irresponsable especulación de algunos “lobbies” de financistas.
No hay visión de la economía ni una política basada en la solidaridad, más bien la explotación neo-liberal del esfuerzo y el ahorro social. Las finanzas de EEUU necesitan esta intervención estatal para recuperar el aliento en este momento particular.
Y como blanco para pagar la crisis han sido marcados los países periféricos del SO: es decir: Europa y Japón. Dos áreas geo-económicas caracterizadas todavía, por razones históricas, por una aunque difusa cultura familiar del ahorro –que falta por completo en EEUU–. Más: sus sistemas económicos, incluso si orientados al libre comercio y por comportamientos neo-liberales, mantienen algunos caracteres solidario-corporativos. Por razones diferentes, pero análogas, las dos periferias del SO deberían remontar la crisis mejor que EEUU.

Los actores emergentes

Los nuevos actores globales –Rusia, China e India– podrían enfrentar la crisis global sufriendo menos daños que la UE y EEUU.
Rusia y China deberían reaccionar con solidez ante el temor desatado por la especulación financiera en lo fundamental por la estabilidad de sus respectivos centros de poder político. Hasta cierto punto se puede esperar que la onda de choque de la crisis financiera se estrelle contra el muro euroasiátco conformado principalente por esos países. Lo que sería posible su Moscú y Beijing establecen en el futuro próximo en conjunto sus políticas económicas y monetarias.
En lo que se refiere a India, pensamos que para evitar daños mayores, Nueva Delhi debería equilibrar la debilidad de su sistema político fortaleciendo sus relaciones económicas con Moscú y Beijing en el marco de una visión euroasiática común. La integración geopolitica de Eurasia bien podría ser la mejor manera de reducir el “día después” de la crisis y, obviamente, contribuiría a consolidar el surgimiento de la multipolaridad.
Entre los nuevos actores que emergen, debería necesariamente incluirse a Brasil, Argentina y Venezuela. Como es sabido, en los últimos años estos países –alguna vez parte del “patio traseo” estadounidense– vienen afirmando sus relaciones estratégicas con los más importantes Estados euroasiáticos: China y Rusia, y algunos países de Oriente Medio, entre ellos Irán, con el objetivo de participar en forma activa en el cambio geopolítico global de la unipolaridad a la multipolaridad. En este nuevo contexto de relaciones estrechas entre países con abundantes recursos energéticos y materias primas, Brasil, Venezuela y, bajo ciertos aspectos, la Argentina debieran resistir las consecuencias de la crisis “global”.

Europa

En lo relativo a la construcción de una economía segura y estabilidad social en Europa, pensamos que, ante de nada, los gobiernos europeos deben reconsiderar su geopolítica, lo que significa total soberanía en todos los campos: político, económico, militar y cultural. En términos generales Europa debe dejar en claro que sus intereses particulares son intereses euroasiáticos, no intereses occidentales ni de EEUU.
Para los europeos –no para las actuales oligarquías a cargo– no hay libertad económica sin soberanía continental.
Entre otros aspectos práctivos, apuntaremos sólo dos claves, en los que el gobierno europeo debería enfocar su atención:
– reforma del sistema bancario, y
– – construcción de una nueva economía.
El sistema bancario, como todos sabemos, es por estos días una institución privada, su objetivo es tener ganancias; no considera el marco social en el que actúa ni las consecuencias de su acción. El sistema bancario “no es responsable”: algo que no puede en lo sucesivo ser tolerado. Para reconstituir el equilibrio social y económico el sistema bancario debería convertirse en una institución social para servir a la sociedad en su conjunto.
La creación de una economía europea integrada y amplia es muy importante y profundamente conectada con la reformulación del sistema bancario. Esto es posible si se comienza por el financiamiento público de estructuras estratégicas vinculadas a la energía y las comunicaciones a escala continental, en un contexto de cooperación con Rusia y países de África del Norte y Oriente próximo.

Otros ejes a considerar:

el desarrollo integrado de la industria militar europea;
– el desarrollo integrado de la investigación europea dedicada a alta tecnología;
– la implementación de heramientas útiles para incrementar justicia social y solidaridad a escala continental, respetando las tradiciones locales;
– la creación de una organización de seguridad colectiva a escala continental (Europa-Rusia) y mediterránea (Europa-África del Norte);
– el fortalecimiento de relaciones culturales con el continente de la Antigüedad (Europa-Asia-África) sobre la base de la unidad espiritual euroasiática.

Conclusiones

La perspectiva geopolítica, para la que la así llamada “crisis global” es principalmente una crisis interna del sistema occidental, nos lleva a estimar como no natural la posición europea en el área geopolítica de Estados Unidos.
Po tanto, la solución de la crisis debe encontrarse fuera de las prácticas “liberales” impuestas por EEUU en cuanto ganador de la II Guerra Mundial adoptadas por Europa a lo largo de los últimos 60 años –en contradicción con su tradición solidaria.
La reinstalación europea en el contexto eurasiático se considera un prerequisito para la construcción de un estado de seguridad social y estabilidad económica bajo el principio de que no hay desarrollo social y económico sin soberanía.
Los esquemas de trabajo para Europa que requieren ser considerados y reformulados son el sistema bancario y el orden económico. El cambio del sistema bancario del área privada a la pública cobra fuerza. La reorientación del sistema económico, una nueva economía para toda Europa es lo que se propone.


* Tiberio Graziani es cofundador del IEMASVO, docente de geopolítica en el IEMASVO, da seminarios y cursos de geopolítica en algunas universidades y centros de investigación y análisis. Docente del Istituto per il Commercio Estero (ICE – Ministerio de Asuntos Exteriores italiano), hasta ahora ha dado cursos en varias partes del mundo como Uzbekistán, Argentina, India, China, Libia. Dirige “Eurasia. Rivista di studi geopolitici” y la colección “Quaderni di geopolitica” (Edizioni all’insegna del Veltro), Parma, Italia.

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